Breve historia del turbo: de los aviones a la ecología
Cómo el turbo, un aditamento que buscaba darle potencia a los autos a grandes altitudes se ha convertido en un aliado para disminuir el consumo de combustibles
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El turbo tiene una larga historia llena de contrastes
Por años hemos asociado al turbo con los autos más poderosos, con el gasto desmedido de combustible que tuvo sus orígenes en la aeronáutica y que al paso del tiempo se ha convertido en un aliado del rendimiento de combustible en los autos más modernos.
El turbo, también llamado turbocompresor, es en términos técnicos un sistema de sobrealimentación que usa una turbina centrífuga para accionar mediante un eje coaxial con ella, un compresor centrífugo para comprimir gases.
Como mencionamos antes, el turbo nació como un dispositivo para que los aviones, a medida volaban a mayor altitud, fuesen capaces de mantener unas buenas cifras de potencia mientras el aire iba perdiendo densidad de oxígeno. Así nació con el nombre “dispositivo corrector de altura” y lo que hacía era meter aire a presión en los cilindros de los motores radiales de aviones.
Una vez en el suelo, durante el siglo pasado, el turbocompresor se fue haciendo un hueco cada vez más importante en la industria automotriz, pasando de ser un aditamento mecánico para aumentar el rendimiento y la potencia de los motores.
Ya en 1905, el ingeniero suizo Alfred J.Büchi mostró avances en el modo de incrementar la potencia de los propulsores y reducir el consumo de combustible mediante la precompresión del aire de combustión. Fue el primero en tener la idea de aprovechar la energía de los gases de escape del motor para mover un compresor. Logró incrementar en más de un 40% la potencia de un motor diésel y así facilitar la entrada gradual de la sobrealimentación en la industria, este aditamento ingresaba más aire al interior de los cilindros del motor y aumentaba su llenado, lo que, asociado a una mayor alimentación de combustible, producía un aumento notable de la potencia.
Así, en 1915 logró patentar un elemento que describe los principios de funcionamiento del turbo o turbocompresor y que son casi exactamente los mismos que conocemos hoy en día. Las primeras aplicaciones se limitaban a motores enormes, como los marinos. En la industria automotriz comenzó su introducción en los camiones.
Tiempo después, en 1919 General Electric ponía en ascenso las acciones del invento, y lo hacía literalmente ya que lograba “escalar” a 33,113 pies con un biplano Lepere, pero no fue sino hasta la Primera Guerra Mundial que el turbo tocaría realmente el cielo, esto cuando J.C. Garrett creó una nueva compañía que inicialmente producía intercoolers (enfriadores de aire) que se utilizaban en grandes aviones con turbo como el B-17, en 1954 crea una división dedicada exclusivamente a la producción de turbos para vehículos: Garrett Automotive.
El turbo no llegaría a los autos hasta 1962 y 1963 cuando debutaban los Chevy Corvair Monza y Oldsmobile Jetfire, modelos que dejaron en claro dos cosas: que los turbos aumentaban la potencia y que el sistema era tan complejo que los beneficios no alcanzaban a superar los problemas.
Si bien antes de esto el turbo ya se utilizaba en la industria automotriz, estaban limitados al uso en competición y no se utilizaban en modelos de producción en serie, pero hay que tener en cuenta que el uso del turbo comenzó a hacerse más importante a partir de la crisis del petróleo de 1973, pero no terminaron en los autos, sino en los utilitarios pesados, a tal punto que a partir de los años 1980 casi no hay camiones que no estén turbocargados.
Con el tiempo, la situación fue mejorando y así los tradicionales motores con válvulas en culata y varillas de empuje, dieron paso a propulsores con árboles de levas a la cabeza. Se trabajó mucho para que los motores pequeños fueran más rápidos, al tiempo que se investigaba de qué manera los sistemas de alimentación de combustible fueran más eficientes.
La marca alemana BMW fue la primera en Europa en utilizar el turbo en un auto de pasajeros producido en serie con la presentación del modelo 2002 en el Auto Show de Frankfurt de 1973. Pero quizás el caso más paradigmático sea el de Porsche, que presentó su primera generación del inmortal 911 turbo en el Auto Show de París de 1974. Un motor bóxer de seis cilindros refrigerado por aire.
En las pistas, el turbo encontró un camino libre como pasó en Le Mans en donde comenzaron a reinar los turbo desde 1976 con Porsche y el Renault Alpine A442B, así como en los rallies en donde incluso se creó una clase especial para este tipo de autos.

Un aditamento que terminó como amigo del medio ambiente
Hablando de nuevo de autos de calle, o de producción masiva, la verdadera fiesta del turbo comenzó en los años 1980 con la nórdica Saab y su 99 Turbo presentado en 1978, así la marca nórdica fue la encargada de demostrar que un modelo práctico y de uso diario podía ofrecer potencia y diversión al volante.
Además, en lugar de colocar un turbo grande, que produciría mucha demora en la entrega, Saab utilizó una turbina chica que daba un andar suave y 138 caballos, algo realmente poderoso en esos tiempos.
Así llegaron vehículos como los Ferrari GTO y F40, Volvo 240 Turbo Wagon, las siglas TDi impuestas por Audi, Cosworth y Ford, ya en los 1990 vimos grandes nombres como los Lancer EVO e Impreza STi, pero la demora en la entrega típica de los deportivos turbo y las mejoras en los terrenos de inyección y variadores de válvulas fueron jugando en detrimento del Turbo.
Sin embargo, ahora el turbo se ha reinventado con la idea que originalmente se tuvo de él, es decir, como abanderado de la potencia sino de la ecología al combinarse con inyección directa y otros adelantos para reducir cilindradas y consumos, pero sin perder potencia.
A grandes rasgos, su personalidad actual se da porque un motor con turbocargador produce la misma cantidad de energía que uno de mayor tamaño sin él, la diferencia es que el motor con turbo usará menos combustible.
Así, un motor con turbocargado es más pequeño que uno regular, quema menos combustible y genera menos dióxido de carbono, lo que significa que es más amigable con el medio ambiente.
El turbocompresor es parte de la tendencia de la industria automotriz que busca reducir el tamaño y la cilindrada de los motores para disminuir las emisiones contaminantes y optimizar el uso de combustibles.
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