5 cosas que nadie te dice de tener un superdeportivo
¿Ya tienes el millón apartado para comprarte ese superdeportivo usado? checa las desventajas
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“Me estoy mojando ¿y qué? ¡tengo un Lambo!” dijo nadie jamás
Tener un superdeportivo puede ser un lugar común como respuesta a la pregunta ¿cuál es tu sueño? Adquirir un automóvil deportivo súper rápido y sexy es algo que cualquier haría inmediatamente si un día despertara siendo multimillonario. Existen pocos niveles de satisfacción que un superdeportivo no pueda alcanzar: el empoderamiento que da la fantástica carrocería, las miradas seducidas por un irresistible magnetismo, la emoción desbocada de la velocidad… Sin embargo, puede tener desventajas que no te imaginas
¿Qué cosas no te dicen de la glamorosa propiedad de un superdeportivo? En caso de que lleves la mitad de tu vida ahorrando para cumplir tu recurrida meta, o simplemente te dieron ese jugoso ascenso, en el siguiente artículo ponemos a consideración algunas de las desventajas de tener un superdeportivo.
Son difíciles de manejar
Los superdeportivos son vehículos que sirven para ir de un punto A de vuelta al punto A. En otras palabras: no se trata de automóviles que puedas usar para, literalmente, “ir” a algún lado. Lo sacas de tu garage y te das algunas vueltas antes de conducir de regreso a casa. No vas al centro comercial en él. No llevas a tu pareja a cenar en él (digo, a menos que seas una estrella de cine en Hollywood, claro). No puedes transportar ningún objeto de tamaño considerable y no puedes llevar a más de una persona, si acaso. No es un vehículo de uso, es un juguete.
La calidad del viaje es atroz
Cuando sacas tu superdeportivo te encuentras con algunos otros problemas: conducir el automóvil no es muy divertido a menos que vayas por una carretera desierta y sinuosa. En las ciudades, tienes que lidiar con baches, escombros en el camino, bordillos y otros conductores. Los que no están revisando sus espejos en absoluto, y mucho menos cuidando a un automóvil deportivo cuyo carrocería apenas flota a diez centímetros del suelo. Los puntos ciegos son significativos y la suspensión es dura. Las calles normales de la ciudad son terribles y están llenas de obstáculos imprevisibles. No es hasta que llegas allá, lejos de las multitudes, las carreteras en mal estado y los conductores desatentos, que puedas disfrutar de un superdeportivo en todo su potencial.
Incomparable hasta en los accidentes
El mantenimiento es costoso
El otro gran problema de tener un superdeportivo es el costo (spoiler: no es barato). Supongamos como ejemplo un Ferrari no muy desmesurado, sin una reparación fuera de lo común durante todo un año de propiedad: por un lado, el concesionario Ferrari tiene un costo de mano de obra alrededor de $2,500 por hora. Agrega la necesidad de reemplazar partes, y es casi imposible abandonar el servicio automotriz sin haber desembolsado menos de $10,000. Y lo que se tarda en el taller...
Llama la atención, demasiada atención
Desde luego un superdeportivo, estacionado o resaltando en el tráfico como corcel entre mulas, llama la atención de mucha gente. Si eres del tipo de personas que no gusta mucho de las miradas quizá un superdeportivo no es para ti. Pero un auto tan llamativo trae toda una serie de complicaciones que seguramente ni te imaginas. Más allá de resaltar a la vista de personas de las que es mejor pasar desapercibido, es posible que la gente haga maniobras descabelladas para obtener una foto o video más atractivo en instagram de tu seductor vehículo. Desde luego, a las autoridades viales tampoco les pasa de noche un superdeportivo.
“Pues por eso joven, deje que nos demos una vuelta”
Un sedán o hatchback correctamente equipado es más rápido que tú
Y más resistente, también. A pesar de las implicaciones obvias del nombre “superdeportivo”, lo cierto es que existe poca posibilidad de que pudieras competir contra un auto tuneado de manera profesional para la aceleración. Es sensato pensar que cualquier dueño de un superdeportivo desea en el fondo que alguien lo rete a un arrancón durante un tenso semáforo en rojo. Lo cierto es que si ese Honda o Golf está acondicionado para la velocidad vas a pasar un buen bochorno.
Ocasionalmente ves un Ferrari o un Porsche en la autopista y te mueres un poco por dentro, enterrando bajo tu alegría proletaria el deseo de ser tú algún día el que lo vaya manejando. En ese momento no te pones a pensar en el valor disminuido tras su adquisición. No te preocupas por lavar a detalla el auto cada tercer día ni te ponen inquietos los extraños a pie en las gasolineras o fumando afuera del oxxo. No consideras los baches una amenaza mortal, ni te ocupas en ángulos de entrada, ni te duele en el alma dejar tu auto con el valet parking. Lo más que cualquiera sabe es que los superdeportivos son geniales, y apostarías todo a que es increíble conducir uno. Lo es en el camino correcto, en el día correcto; pero la mayoría de los caminos no son correctos. Tener un superdeportivo más asombro de lo que te imaginas cuando todo es idóneo. Pero otras veces, no es una experiencia positiva.
Pero uno no es suficiente...
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